Versa
la tesis doctoral del profesor investigador de la Fundación Ortega y Gasset
Juan Padilla Moreno sobre Antonio Rodríguez Huéscar. Este investigador en el 2004 publicó el libro Antonio Rodríguez Huéscar o la
apropiación de una filosofía. En su tesis
afirma que si existe una Escuela Orteguiana, Antonio Rodríguez Huéscar
pertenece a ella. Aunque su obra no es muy amplia –consiste sustancialmente en
seis o siete libros-, pero tiene, dentro
de dicha escuela, y por si misma, una importancia muy superior al conocimiento
que de ella se tiene. Dedicó toda su vida al estudio de la obra de Ortega.
Antonio Rodríguez Huéscar
Iglesia-Castillo de Santa Catalina en Fuenllana |
Nacido en Fuenllana el 13 de abril de 1912, realizó sus estudios de enseñanza media (bachillerato) interno en Villanueva de los Infantes entre 1921 y 1929. Posteriormente estudio en la facultad de Filosofía y Letras de Madrid, en su etapa de mayor
esplendor y madurez, durante los años de la Segunda República, bajo la
orientación y autoridad intelectual de Ortega. Tuvo por compañero a Julián Marías,
ambos discípulos filósofos de Gasset, que de no haber sido por el estallido de
la guerra y su desenlace, hubieran desempeñado puestos de relevancia en la
Universidad española. En julio del 36 Rodríguez Huéscar aprobó con el primer
puesto el “cursillo-oposición” para el cuerpo de catedráticos de enseñanza
media. Este resultado de oposiciones que tan brillantemente había ganado en
vísperas de la guerra no le fue reconocido. Herido de una pierna en 1937 en
Belchite,- dejándole secuelas para toda la vida- nunca recuperó el tono vital
de sus ilusionados años universitarios y se recluyó en Torre de Juan Abad donde
aguardó como maestro, el final de la contienda. Julián Marías en su
introducción a La innovación metafísica
de Ortega dice que “desde entonces Rodríguez Huéscar fue un poco menos
alegre, y cada vez menos ambicioso”. Obstruidos los caminos académicos
ordinarios, ambos se dedicaron a labores como la enseñanza privada o las
traducciones.
Fundó
en Tomelloso, junto con un compañero el colegio de enseñanza media “Santo Tomás de Aquino”, donde
enseñó filosofía, latín y francés, hasta 1945 que le fue expropiado. Ese mismo año acudiendo al
encuentro con Ortega, se instala en Madrid para dar clases en el prestigioso
colegio “Estudio”, regentado por Jimena Menéndez Pidal, colegio donde se practicaba
la educación mixta, la elección de la enseñanza religiosa cuando los padres así
lo solicitaban, se compensaba los libros de texto con amplias lecturas y
participación de los alumnos. Aunque era un profesor sobrio, con conciencia del
absurdo de “enseñar filosofía” y escéptico acerca de la disposición del
alumnado “para aprender filosofía”, dejaba absoluta libertad de reflexión a sus
pupilos.
Sus
libros y artículos son irregulares cronológicamente, a menudo pasan muchos años
desde que los tiene redactados hasta que los publica. Recluido en su exilio
interior, en 1948 tiene escrita la
novela titulada Vida con una diosa
quedando finalista del reciente creado premio Nadal, publicada en 1955 por una
pequeña editorial. Su primer ensayo filosófico sobre el origen de la actitud teorética, escrito en 1939 y
publicado en 1952. Poco a poco va saliendo de su retracción y escribe una
colección de introducciones a obras clásicas de filosofía titulada Del amor platónico a la libertad (1957),
pero no fue distribuido por lo que quedó inédito.
En
1955, tras la muerte de Ortega y Gasset, se decidió a aceptar la oferta de la
Universidad de Puerto Rico por ser centro cultural de inspiración orteguiana, para enseñar
filosofía. Ya antes había recibida otras ofertas de universidades de
Hispanoamérica y Alemania. En las aulas de la universidad pudo finalmente
Rodríguez Huéscar dedicarse intelectualmente a la indagación, desarrollo y
sistematización de las ideas cardinales de la filosofía de Ortega: la idea de
la verdad. Durante años se dedicó a elaborar y exponer los estudios que habrían
de constituir la base de su tesis doctoral Perspectiva
y verdad (1964), defendida en la Universidad de Madrid en 1961, en torno al
problema de la verdad en Ortega. Para Huéscar el tema de la verdad en Ortega
tiene dos vertientes: una circunstancial o perspectivista y otra ética.
Casi
a su llegada a Puerto Rico, se hace cargo de la publicación de un número
monográfico de la revista “la Torre” dedicado a Ortega. En 1958 fue nombrado
jefe de redacción de la Editorial Universitaria, en el número 22 publica el
ensayo “El homo montielensis: La rebelión contra el tiempo”. Acuciado escribió
este ensayo sobre el hombre de Montiel,
vagando por este dramático paisaje manchego que tan profundamente amó –por ser
su tierra- y desde ella desentrañar su
propia sensación de lo que es España, escrito en la soledad nocturna en pleno
Campo de Montiel. En este ensayo reflexiona
sobre la actitud del hombre ibérico frente al tiempo, esta generalidad
le lleva al particular modo de vivir el tiempo al hombre de esta comarca, donde
sigue errante la sombra de don Quijote. La meditación sobre la detención del
tiempo, en un espacio arcaico y desértico. Si el tiempo es un movimiento que
consiste en venir del pasado y dirigirse a proyectarse hacia el futuro, el homo monteliensis intenta sustituir esta
proyección del futuro por una reproyección
hacia el pretérito. Este penetrante análisis asombró al hispanista francés
Dominique Quentín-Mauroy, el cual publicó un estudio titulado Structures et valeurs chez un disciple
d´Ortega y Gasset: Antonio Rodríguez Huéscar. Al final del volumen tradujo
este ensayo del pensador manchego La
rebelión contra el tiempo: Homo Montielensis.
No
deja de estudiar y repensar la obra de Ortega, iniciando una labor de
sistematización conceptual, dedicándose
a la asimilación de de la filosofía de su maestro, publica una
recopilación de ensayos que lleva por título Con Ortega y otros escritos (1964). Prepara su vuelta a España –en
1953 se había firmado un decreto por el que los cursillistas del 36 podían ser
nombrados profesores adjuntos permanentes de institutos nacionales, siempre que
no hubiera prestado servicio en ningún centro oficial de la República, que era
su caso, sin embargo tuvo que superar nuevas pruebas selectivas para acogerse a
él-, en 1971 solicitó la reincorporación a la docencia activa y fue profesor de
filosofía en diversos institutos hasta su jubilación en 1982. Este mismo año
publica La innovación metafísica de
Ortega. Crítica y superación del idealismo. La evocación de la figura
humana, histórica y filosofía de Ortega sobre la base de muchos e intensos
recuerdos personales lo deja escrito en el libro póstumo Semblanza de Ortega (1994), editado en la Biblioteca de Autores y
Temas Manchegos (BAM) de la Diputación de Ciudad Real.
En
el 2008 la Fundación Ortega y Gasset, editó en un solo volumen la colección de
ensayos de Rodríguez Huéscar Del amor
platónico a la libertad, su primer libro que no fue distribuido. El cual
entronca con su faceta de profesor, ilustra una parte muy representativa de la
historia de la filosofía a través de sus textos y puede servir para la
reivindicación de la vuelta a la lectura de los clásicos en los colegios e
institutos.
A
los 100 años de su nacimiento,merece la pena no olvidar los manchegos en general y los campomontileños en particular a este filósofo de Fuenllana, porque existen muchas maneras de enseñar y Rodríguez Huéscar ha trasmitido como discípulo de Ortega el pensamiento actualizado y renovado de su maestro, además de la filosofía y el pensamiento español a través de sus textos.
Fuenllana. Pila donde recibió las aguas bautismales Santo Tomás de Villanueva y Antonio Rodríguez Huéscar |
* Publicado en Canfali 4 de abril, Lanza 27 de marzo, Balcón de Infantes (abril 2012). En este blog se incluye algunos datos más proporcionados por su hija Elena.
Mª Angeles Jiménez García
La novela "Vida de una diosa", forma parte del fondo bibliográfico de la Biblioteca Municipal "Quevedo" de Villanueva de los Infantes,por donación de su hija Elena.
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